jueves, agosto 17, 2006

Llegaste...

Surge el amor de repente o sólo es un deseo, un capricho, una satisfacción... ¿Cómo interpretar la audacia del sigilo que pide, que exige y al que no se le puede decir que no... o tal vez no quería negarse, sí, no quería negarse. Quería dijiste, quería estar, quería entrar y lo hiciste. Sorprendiste a la barreras, a los prejuicios, a la moral incluso; todo se vino abajo y te permití entrar. Ahora en medio de la confusión no distingo la realidad del sueño, será que no sucedió? Pero aún te siento, aún me estremece el recuerdo de tu piel, de tu aliento de todo tú. No te conozco pero te siento, no sé quien eres pero te deseo, no sé de tus motivos pero te quiero. No sólo despertó el deseo sino también la dimensión posesiva que se escondía en recónditos parajes del alma y hoy clama, exige lo que le pertenece. Reclama presencia, invita a compartir, demanda miradas, requiere asumirse y exige ser parte de ti. Fantasías, sueños, quimeras y veleidades propias de una madrugada iluminada por la luna y acariciadas por la brisa estival...

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