miércoles, diciembre 14, 2005

Historia de un primer encuentro

Entra una mujer a restaurante, se acerca el capitán de meseros y con solicitud se pone a su servicio -Mesa para dos personas por favor en área de no fumadores- el capitán asienta y le indica que lo siga.
La guía por entre las mesas y mientras camina piensa que la hora de su cita se acerca. Al mismo tiempo escucha una pareja discutiendo acerca de lo mucho que se ha gastado en las fiestas navideñas; otra pareja más adelante se miran a los ojos y derrochan miel, uf <>; más allá esta un grupo de amigas, ocho en total, diferentes edades, complexiones, apariencias, pero tienen en común la sonrisa, la mirada pícara que produce el hablar del ausente o la ausente, el chisme diría mi abuela.
Por fín llega a su mesa, -mientras llega su acompañante le puedo servir algo de tomar?- pregunta el capitán, -si fuera tan amable café por favor.
El capitán se retira y gira las órdenes pertinentes a la mesera, a cuya área pertenece la mesa donde la mujer se ha sentado.
Se mira nerviosa, mientras le sirven el café y ella le agrega el azúcar, su mano tiembla; constantemente mira hacia la puerta principal, obviamente esperando ver entrar a una persona conocida.
Pasan los minutos lentamente, 5, 10, 15 minutos, cuando ella ve que ingresa al lugar un hombre alto. -Debe ser él- piensa -Sí, definitivamente es muy alto y está buscando a alguien, debo esperar que mire hacia acá y ver si me reconoce... Sí es él, ¡me ha reconocido!, me sonríe viene hacia acá. No puedo pensar, no debo pensar, ¡hey! despierta por supuesto que debes pensar, ¿qué vas a hacer ahora? quedarte como tonta ahí sentada ¡No! vamos actúa y no pienses sólo actúa.
La mujer se ha puesto de pie, bueno es un decir, realmente no es muy alta apenas rebasa en unos cuántos centímetros del metro y medio; se nota nerviosa, muy nerviosa pero también refleja en su cara... hum no exactamente gusto o alegría, más bien felicidad, sí esa es la descripción exacta felicidad: sus ojos brillan, no mira a las demás personas sólo se concentra en esa figura que se aproxima.
Él también sonríe, al igual que ella está nervioso, pero se le ve feliz; camina hacia la mujer y se detiene unos centímetros antes de llegar a ella. Ambos se miran, se observan, pero no buscando descubrir algo escondido, sino hablando con las miradas y más allá de ellas.
Es un momento mágico, no escuchan a las personas que están en el restaurante, no se dieron cuenta que un niño en la mesa próxima, hacía tremendo berrinche frente a sus padres; no escucharon como la pareja que discutía sobre los gastos de fin de año habían empezado a subir el volumen de su discusión. No escucharon absolutamente nada, sólo estaban ellos dos ahí.
Se rompe el silencio por parte de él, al tiempo que se acerca y ofrece sus manos en un saludo -hola mi amor- la reacción de la mujer es totalmente inesperada sus ojos se inundan de lágrimas, pero no de tristeza, sino de alegría, su sonrisa empieza a crecer y de improviso literalmente se lanza sobre el hombre que la ha saludado y lo abraza. Se estrecha fuertemente a él rodeándolo con sus brazos y depositando sus manos en la espalda masculina. El hombre está sorprendido, al mismo tiempo halagado y tiembla como una hoja mecida por el viento. No sabe que hacer con sus manos, luego reacciona y estrecha a la pequeña mujer que ahora practicamente se pierde entre sus brazos. Ella escucha el latir del corazón de ese hombre tan esperado, percibe el aroma tan añorado, siente la protección el cobijo, el calor, el amor que le proporcionan esos brazos. No piensa, no razona, sólo siente, y en ese sentir se da cuenta que el hombre está inclinando su cabeza hacia ella, al mismo tiempo que la estrecha más como si quisiera fundirse con ella. Entonces la mujer, decide dejar por un momento el pecho en que está recargada para mirarlo. Presiente lo que viene, lo ha anhelado tanto que ahora no sabe que hacer, sólo se pierde en la mirada que la envuelve, la subyuga, la hipnotiza cuando siente esos labios apenas rozando los suyos. Cierra los ojos y siente como si estuviera vibrando, pero él vibra junto ella, como si estuvieran en la misma frecuencia. Abre los ojos cuando esos labios se retiran para encontrarse de nuevo con esa mirada, ahora es él quien cierra los ojos y de nuevo se acerca a ella para besarla de nuevo, pero con un beso diferente más profundo, más íntimo, más sensual.

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